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Leandro Rodríguez, autor del Quijote.

Pierre Menard es sanabrés y profesor de Derecho Internacional en la Universidad de Ginebra. Pierre Menard es Leandro Rodríguez, es profesor de Derecho Internacional en la Universidad de Ginebra y es sanabrés. Pero vayamos por partes.


Hace aproximadamente sesenta años Leandro Rodríguez, supongo, se pasearía por los escarpados caminos de la comarca de Sanabria, contemplaría ese paisaje que siempre ha sido fronterizo, hablaría con sus paisanos de Trefacio, San Juan de la Cuesta, Valdespino, Ribadelago, Paramio o Cervantes donde hay una antigua casona medio devorada por la maleza y los líquenes conocida desde tiempos inmemoriales como la casa del escritor. No es difícil imaginar al espíritu inmortal y eterno de Pierre Menard paseándose también por aquellos caminos, cerca, muy cerca de Leandro, mostrándole lugares conocidísimos pero secretos, diciéndole una y otra vez que no, que su libro favorito no se lee así, no se escribió así y no se lee así.


Pero Leandro necesita saber, su espíritu de jurista no le deja conformarse con sospechas, rumores o leyendas y comienza a investigar. Y la investigación le lleva a recorrer durante más de cincuenta años los archivos de ciudades como Londres, Ginebra, Roma y Nápoles, para finalmente verificar aquellas sospechas, aquellos rumores, aquellas leyendas.


Sin dejar nunca de lado su labor investigadora, el profesor Leandro Rodríguez comienza a publicar libros como “Cervantes en Sanabria. Ruta de Don Quijote de la Mancha” (Semuret, 2004) y “Léxico en el Don Quijote de la Mancha y Cervantes en Sanabria” (Semuret, 2004). Un año más tarde, en 2005 el profesor publica su obra definitiva “Don Quijote de la Mancha” de Miguel de Cervantes Saavedra, edición especial (Semuret, 2005) en la que Leandro, ya Leandro Menard, o Pierre Rodríguez (porque a partir de este momento se hace imposible separar a uno de otro) sigue la edición de 1608 de “El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha” y la edición de 1615 de “El ingenioso caballero Don Quijote de la Mancha” demostrando a través de su introducción y sus notas a pie de página sus tesis a cerca de Cervantes y Don Quijote, el león manchado.


Hace apenas unos meses la editorial Semuret editaba una segunda edición especial de “Don Quijote de la Mancha” presentada en Zamora en una rueda de prensa. En ésta el propio Leandro explicaba que en la edición especial de 2005 se basó en la tercera edición de “El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha”, de 1608 que “se cotejó con la primera edición de la obra, que no viene transcrita. Cervantes, muchas veces, no pone puntos ni comas y los editores corrigen, incluso, en ocasiones, las palabras. Pero no es necesario corregir ninguna palabra del Quijote para que la frase sea clara; lo que hace falta es tener tiempo para puntualizar bien y que la frase sea correcta” después añade: “Yo he hecho una edición sin cambiar ni una sola palabra; sólo la he puntualizado”.


Antes, mucho antes, el profesor ya había expuesto lo esencial de sus postulados en el “I Congreso Internacional sobre Don Quijote de la Mancha” celebrado en Alcalá de Henares. A continuación transcribo parte de la ponencia del profesor Leandro Rodríguez tal como aparece en las actas del congreso:


CIRCUNSTANCIA


Unos Estatutos de Limpieza, nombres escritos en mantas colgadas sobre muros de iglesias y catedrales, colegiatas y capillas, registros, el edicto de los reyes Fernando e Isabel (1492), la Santa Inquisición celosa de un mandato y de privilegios, “familiares” y masas invitadas por escatológicos monjes, amordazaban la libertad de judíos y “judaizantes”, “nuevos cristianos”, “marranos” y “chuetas”.

La herencia del Sacro Romano Imperio y Sacro Imperio Germánico desangraba a España. La “inteligencia” de españoles judíos y musulmanes se expatriaba y no sólo se perseguía a Pérez, sino también al arzobispo Carranza. La época de los San Fernando, Alfonso X, Jaime I, Abderramán, San Isidoro..., se convertía en la caza al “judaizante” tejedor o poeta, escribano o catedrático de Universidad. [...] En las montañas, secretos y firmes como los robles, familias de judíos o “judaizantes” lograban tener un pie en la frontera de Bragança y permanecer en su León. Era la “noche oscura” para el pueblo de Dios. Ser “judaizante” significaba: condenado a muerte.


“EL INGENIOSO HIDALGO DON QUIJOTE DE LA MANCHA”


En circunstancias parecidas a las dichas y entre personas que capitalizaban sus vidas por caminos hacia las Provincias Reunidas, Lepanto, Argel, Roma, Milán, Nápoles, Génova, Portugal, o sobre las olas de esperanzas que algunas veces llegaban hasta Nueva España, Perú, Filipinas, China..., se escribió el libro: El Ingenioso Hidalgo Don Quijote De La Mancha. Un hombre, llamado don Miguel, es el padre y la madre y don Quijote es su fuerza vital. Por medio del libro, en alegorías, símbolos, imágenes, metáforas e ironías, habla a los “iniciados”.


[...] CERVANTES


Incluso hoy mismo, en ciertos procesos se inventan documentos. Presentar un documento más sobre el nacimiento de don Miguel sería inoportuno. La crítica exige estudiar a don Miguel desde sí mismo y su obra.

“Yo he visto -dice Sancho Panza- a muchos tomar el apellido y alcurnia del lugar donde nacieron” (I, XXIX) y el cautivo de Argel, en el momento de la verdad, declara: “En un lugar de las montañas de León tuvo principio mi linaje, con quien fue más agradecida y liberal la Naturaleza que al fortuna” (I, XXXIX).

En un librito que lleva el mismo título de la comunicación: Don Miguel, judío de Cervantes (Editorial Cervantina, Lope de Vega, 11, Santander), creo haber examinado el tema sobre los lugares que discuten su nacimiento.

Cervantes, de Sanabria, tiene características óptimas para suponer, como cierto, que don Miguel nació (1549) y vivió, hasta los 18 años, en una de sus casas:


1ª El nombre del lugar.

2ª Está en “las montañas de León”.

3ª Era costumbre que cada persona llevase el nombre de su pueblo.

4ª En Cervantes existieron más de 100 telares, en tiempos de Felipe II, y don Miguel conocía bien la industria.

5ª Pudo conocer a Lope de Rueda en Valladolid. Cervantes dependía de Valladolid y su padre sería vendedor de tejidos.

6ª En Cervantes existieron familias judías.

7ª Los hechos de que en Santa Colomba de Sanabria existiesen actas de la época con los nombres de Aldonza Lorenzo, Teresa la Gorda, Aº Montesinos...

8ª La descripción de la cueva de Montesinos es auténtica y aún hoy, se pueden seguir las palabras e imágenes, lugares y espacios. Todo ello no muy lejos de Cervantes en Sanabria.

9ª La parte descriptiva de “Sierra Morena” se descubre en paisajes de las montañas sanabresas, que son ramificaciones de “las montañas de León”.

10ª En Sanabria existen “las siete lagunas” descritas en el Ingenioso Hidalgo. Las de Ruidera nunca fueron siete.

11ª “El pueblo del rebuzno” existe y aún hoy se cuenta la historia. El pueblo se llama Trefacio de Sanabria.

12ª Junto al Tera, Trefacio, Castro y otros ríos existen los molinos descritos con sus aceñas, han existido los batanes y su impresión ante el ruido es proverbial en la región sanabresa.

13ª Las distancias y costumbres de la “Pastoril Arcadia” continúan. Era en Sanabria donde se hablaba castellano y portugués.

14ª El lugar de Quintanar, hoy en Sanabria, se llama: Quintana.

15ª Una casa, en Cervantes de Sanabria, tiene particularidades, como el hecho de ser propietaria de una gran huerta donde hay un palomar, mirar hacia el Oriente, de ser la época, que hacen pensar fuese donde Miguel nació y vivió.

16ª En el Ingenioso Hidalgo se habla de Agimorato y precisamente siempre se ha llamado al propietario de la casa: Morato.

17ª Caso que don Miguel fuese Saavedra, en dos pequeños pueblecitos: Barrio de Lomba y Santa Colomba de Sanabria, entre los años 1780 y 1906, había más de 243.

18ª En la obra: La vía de Don Quijote de la Mancha en Sanabria (Ed. Cevantes. Lope de Vega, 12, Santander) se prueba la autenticidad de la Vía con sus distancias, nombres, costumbres y lingüística.

19ª Don Miguel de Cervantes conocía el Shulan Aruk de José Caro.


Vuelva el honor a la verdad.”

2 comentarios:

Medea dijo...

:)

Anónimo dijo...

Leandro Romaña escribe como un viejo gagá, para retirarse, es puro cloroformo.