miércoles

Birmaniario

Cualquier lector habrá podido comprobar la estrecha relación que casi desde su nacimiento mantiene el movimiento plagiarista con Birmania (o Myanmar) y especialmente con su literatura. Una relación que comenzó de manera accidental, se podría decir que azarosa, pero que ha ido creciendo e intensificándose. Durante este tiempo hemos aprendido a afinar nuestros sentidos para encontrar rastros de la literatura birmana perdida (huellas parciales de escritores malditos, ecos de voces prohibidas que reverberan aún en algunas calles de Londres, París o Singapur). Esto ha terminado por convertirse en una obsesión que inevitablemente ha repercutido en nuestros propios escritos, pero también en nuestras lecturas, en todas nuestras lecturas, en las presentes, en las futuras y en las pasadas. En efecto, Birmania ha resultado estar presente en muchos de nuestros libros de referencia, muchas veces de manera explícita y casi cómplice (si eso fuera posible tratándose de libros escritos en ocasiones por autores muertos décadas antes del nacimiento del movimiento e incluso del nuestro), y otras veces de manera indirecta, como la imagen latente en una película fotográfica aún sin revelar.

Queremos que esta sección (que iremos actualizando con cada nuevo hallazgo) sea una compilación de apariciones birmanas en los itinerarios literarios plagiaristas.

Birmaniario:


Era un papelito amarillo, recortado de un documento de carácter vagamente internacional. Alguna publicación de la Unesco o cosa así, con los nombres de los integrantes de cierto Consejo de Birmania. Oliveira empezó a regodearse con la lista y no pudo resistir a la tentación de sacar un lápiz y escribir la jitanjáfora siguiente:

U Nu,
U Tin,
Mya Bu,
Thado Thiri Thudama U E Maung,
Sithu U Cho,
Wunna Kyaw Htin U Khin Zaw,
Wunna Kyaw Htin U Thein Han,
Wunna Kyaw Htin U Myo Min,
Thiri Pyanchi U Thant,
Thado Maba Thray Sithu U Chan Htoon.

“Los tres Wunna Kyaw Htin son un poco monótonos”, se dijo mirando los versos. “Debe significar algo como “Su excelencia el Honorabilísimo”. Che, qué bueno es lo de Thiri Pyanchi U Thant, es lo que suena mejor. ¿Y cómo se pronunciará Htoon?”.

Extraído de "Rayuela" de Julio Cortázar.


Sobre una inmensa cabeza de la diosa Siva, dos mujeres eran arrastradas por la corriente de aquel río inesperado. El ídolo se había desprendido de un decorado de Birmania y navegaba resueltamente siguiendo su camino, deteniéndose de vez en cuando, balanceándose y chocando en los remansos con otros despojos arrastrados por el torrente. Las dos náufragas buscaban protección en los rizos que caían sobre la frente calva y, a primera vista, parecían turistas montadas en un autocar y que observaran la inundación.

Extraído de "El último magnate" de Francis Scott Fiztgerald.


¿Qué pueden hacer Sergio Pitol, Fernando Vallejo y Ricardo Piglia contra la avalancha de glamour? Poca cosa. Literatura. Pero la literatura no vale nada sino va acompañada de algo más refulgente que el mero acto de sobrevivir. La literatura, sobre todo en Latinoamérica, y sospecho que también en España, es éxito, éxito social, claro, es decir es grandes tirajes, traducciones a más de treinta idiomas (yo puedo nombrar veinte idiomas, pero a partir del idioma número 25 empiezo a tener problemas, no porque crea que el idioma número 26 no existe sino porque me cuesta imaginar una industria editorial y unos lectores birmanos temblando de emoción con los avatares mágico-realistas de Eva Luna), casa en Nueva York o Los Ángeles, cenas con grandes magnatarios (para que así descubramos que Bill Clinton puede recitar de memoria párrafos enteros de Huckleberry Finn con la misma soltura con que el presidente Aznar lee a Cernuda), portadas en Newsweek y anticipos millonarios.

Extraído de "El Gaucho Insufrible" de Roberto Bolaño.


De modo que mi padre empezó a volver del trabajo con piezas que iba encargando en Barrytron: pedestales y cajas expositoras y carteles explicativos hechos en la imprenta que trabajaba para la compañía. Los cristales propiamente dichos vinieron de una casa de suministros químicos de Pittsburgh que tenía mucha relación comercial con Barrytron. Recuerdo que uno de ellos procedía nada menos que de Birmania.

Extraído de "Birlibirloque" de Kurt Vonnegut.


Sin embargo, la verdad, la evidente y cruel verdad, acabó por abrirse paso. Se halla admirablemente resumida al final de la carta que, desde Rangoon, envió Appenzzell a su madre:
"Por irritantes que sean los sinsabores a que está expuesto todo el que se dedica en cuerpo y alma a la profesión de etnógrafo [...]"

Extraído de "La vida instrucciones de uso" de Georges Perec.